viernes, 21 de junio de 2013

5. Corazón acelerado. Parte 5.

Enseguida se formó un revuelo enorme en el campamento.
Giré con brusquedad el volante y puse la primera marcha. Casi como por telepatía, el todoterreno reaccionó y salimos disparados mientras el resto de los humanos no sabía que pasaba y gritaban yendo de un lado para otro.
Pude ver por retrovisor que Hammond y Sean salían a toda prisa de la tienda de campaña grande y nos miraban atónitos. Sean gritó algo y tiró la automática que tenía en las manos mientras le gritaba a Leire y nos señalaba mientras nos hacíamos cada vez más pequeños en la distancia. Leire fue la única que reaccionó con rapidez. Fue corriendo hasta uno de sus compañeros, le arrebató la escopeta y nos apuntó, al segundo siguiente estaba disparándonos y la bala impactó contra la luna trasera del coche, haciendo que Reige y yo nos sobresaltásemos dentro del coche.
Aceleré el todoterreno aun cuando el terreno escarpado que nos esperaba nos lo impedía, pero tenía que poner la máxima distancia posible entre Leire y su escopeta y el todoterreno.
Giré con brusquedad con la esperanza de que eso despistase a Leire de donde apuntar. Reige se estampó contra la ventanilla emitiendo un gruñido de dolor mientras yo luché contra el soltar el volante por la inercia del movimiento.
Giré de nuevo en dirección contraria al ver como seguía nuestra estela. Al girar tan bruscamente levanté una nube de polvo que la despistó durante un segundo, el suficiente como para acelerar y terminar de perdernos entre la maleza.
Escuché el crujido y el grito de dolor demasiado tarde y no supe reaccionar. Solo pude escuchar el disparo una milésima de segundo antes
Me giré para vez como Reige se agarraba el cuello y apretaba con fuerza mientras que su mano se manchaba de sangre al igual que su ropa, que se iba volviendo de un rojo oscuro demasiado rápido.
-Joder, Reige -le puse mi mano contra su cuello, apretando y consiguiendo solo que mi mano también se manchase de sangre.
-Sigue conduciendo -gruñó mientras se quitaba la deshacía de su camisa de cuadros, me apartó la mano y utilizaba la tela para intentar parar el torrente de sangre.
Yo asentí y clavé los ojos en la carretera, sintiendo la adrenalina recorrer mi cuerpo como nunca antes. Miré por el espejo retrovisor el humo que habíamos levantado en nuestra huida, agudicé el oído por si en el campamento utilizaban otros vehículos para iniciar nuestra persecuciones. Pero no fue así.
-Este es nuestro único vehículo a punto -a pesar de ser gris y negra, la camisa de cuadros de Reige era ahora aún mas oscura por culpa de la sangre que la empañaba-. Tardaran como dos horas en poder preparar un equipo de búsqueda, pero no saldrán hasta mañana por la mañana.
Fruncí el ceño y lo miré al mismo tiempo que daba un volantazo para evitar un árbol.
- ¿Cómo sabes eso?
Reige se limitó a sonreír y a señalizar por su ventana.
El sol se estaba ocultando.
Asentí con la cabeza y apreté el acelerador, provocando que el coche rugiera y nos pegara al asiento con su nueva fuerza.

Al par de horas de camino, Reige y yo decidimos que ya estábamos lo suficientemente del campamento como parar y seguir a pie. Así, las posibilidades de que nos encontrasen se reducirían bastante.
Cuando la noche es tan cerrada que no vemos a un palmo de nuestras narices, paramos bajo una arboleda que nos dará cobijo y protección durante el resto de la noche.
-Déjame que te vea eso -después de conseguir encender un fuego e improvisar con nuestros sacos de dormir, estiré el mío al lado de Reige. Le aparté la camisa de la herida y vi que, a pesar de que la bala solo le había rozado, tenía muy mala pinta.
-No me ha gustado nada la cara que has puesto.
Me mojé los labios para no responderle, pero eso solo le puso más nervioso.
-Si no te lo curamos como es debido, cogerás una buena infección -cogí una botella de agua de su mochila y vertí casi la mitad en la herida, parando en cada chorro para conseguir limpiarle el cuello con lo que se podía aprovechar de su camisa.
-Ya me dirás donde conseguiremos material médico aquí.
No puedo evitar sonreír.
-Yo conozco un buen hospital.

viernes, 14 de junio de 2013

5. Corazón acelerado. Parte 4.

-Oye si te crees lo suficientemente buena como para sobrevivir ahí fuera, pues adelante -señaló con desdén el bosque nos rodeaba a nosotros y a la tienda-. Pero lo hago porque sé que no eres como aparentas, o al menos intentas aparentarlo.
-Aquí no hay sitio para mí -me levanté.
-Eso es lo que piensan todos hasta que se acostumbran -por sus ojos pasó una nube, tan fugaz que casi ni la noté-. Eso fue lo que dije yo cuando era el nuevo.
Intenté no reírme, pero en su lugar, una carcajada ronca me rompió la voz.
-Reige, por favor -puse las manos en la cadera y cambié el peso de un pie a otro-. Eres el típico tío que le cae bien a todo el mundo sin tener que proponérselo.
Eso le saco una media sonrisa, pero aún seguía suetándose las costillas y eso empezaba a molestarme.
-De acuerdo, te acompañaré -se apoyó con todas sus fuerzas para poder levantarse y se dirigió hacia el saco de dormir, el cual dobló rápidamente por la experiencia, cogió un par de bultos más y los metió dentro de una mochila de camuflaje.
-Ni de coña -meneé la cabeza y empecé a caminar de nuevo hacia la salida de la tienda justo en el momento en el que dos soldados, ambas mujeres, pasaban por delante a toda velocidad.
Tragué saliva y di un par de pasos hacia atrás, lo que provocó la risa de Reige. Me giré y lo vi atándose los cordones de unas botas de montaña. Meneó la cabeza y me miró.
-No sobrevivirás tu sola, admítelo -se sentó mientras peleaba con la otra bota para poder atársela.
-He sobrevivido dos días antes de encontrarme con vosotros -sentencié. Llevaba mucho tiempo sin la adrenalina de la supervivencia. Quería, deseaba con todas mis fuerzas, correr en un campo libre, sentir el viento en la cara, encontrar nieve y enterrarme en ella hasta desaparecer.
-Por eso mismo -había terminado de arreglarse y se colocó a mi lado con la mochila colgada del hombro-. Habías sobrevivido sola hasta que te encontraste con nosotros -me tendió una pequeña vaina de cuero ennegrecido con un mango negro que sobresalía, su cuchillo de caza. Negué con la cabeza-. No te lo vas a quedar, es solo para que crean que ha sido mi culpa si nos cogen y no te fusilen.
Cogí el cuchillo y lo saqué de la funda. La hoja estaba desgastada, pero afilada, la punta esta rota por la parte superior, algo que la hacía frágil, pero mortífera si se rompía dentro de la herida de alguien o algo.
Me pasé la lengua por los labios y miré a Reige a los ojos. Pestañeé un par de veces antes de que las palabras consiguieran salir.
- ¿Por qué me ayudas? -Devolví el cuchillo a su sitio.
-No lo sé -negó con la cabeza y se llevó una mano al pelo, donde lo enterró y lo dejó un par de segundos antes de dejarlo caer-. Solo sé que cada vez que te miró por fin tengo esperanzas.
No pude evitar reírme.
- ¿Esperanza? Eso fue lo primero que perdí cuando vi como me arrebataban a mi familia, mi vida, todo lo que conocía y todo lo que me quedaba por conocer -una vez más, empecé a caminar hacia la salida, esta vez seguida por Reige, quien tomó la delantera, para levantar menos sospechas, supuse.
-Pero eso te ha hecho más fuerte -habló cuando creía que ya no lo haría,
Nos estábamos dirigiendo hacia el todoterreno. El todoterreno de mi padre. No había aguantada ni una hora en el campamento. Pero lo que le había dicho a Reige era cierto. No aguantaba este lugar y no aguantaba estar rodeada de humanos, no después de los casi cinco años que había pasado en el hospital con todos esos invasores disfrazados con carne humana.
-Toma -me dio la llave del todoterreno y vigiló que nadie se fijara en nosotros mientras yo abría la puerta del conductor.
Cuando estuve sentada en el volante, a punto de encender el motor, tuve la idea de dejarlo, de no avisarle y largarme, así no le pasaría nada si nos capturaban. No pude, esto de ser humana en compañía de otros humanos no podía ser bueno, pero era lo que era. Y ansíaba compañía de mi propia especie después de tanto tiempo.
Hice rugir el motor para que Reige me mirase y tras una leve sonrisa se subió al asiento del copiloto. Metí marcha atrás y salí del campamento a máxima velocidad.

viernes, 7 de junio de 2013

5. Corazón acelerado. Parte 3.

- ¿Cómo? -Reige casi saltó de la mesa para llegar hasta donde estaba y se inclinó para quedar a mi misma altura.
-Me largo -sentencié-. Aqui no hay nada que me detenga.
Pestañeé rápidamente, que Reige estuviese de pronto tan cerca no me hacía ningún bien. Ahora podía ver que tenía el pelo teñido, seguramente por motivos de pasar desapercibido y las raíces rubias de su pelo natural empezaba a clarear el resto, de un color chocolate. A eso tenia que añadir una barba incipiente que le daba un aspecto un poco mayor. Sus ojos claros me miraban fijamente, me había quedado mirándolo embobada.
-Somos humanos, nos necesitamos los unos a otros -habló él, al tiempo que se sentaba y cruzaba los pies, aún demasiado cerca.
-Yo no -sacudí la cabeza y me eché hacia atrás, algo que fue mala idea, ya que choqué contra la lona e hice que se moviera la tienda entera.
- ¿Cómo que tu no? -Reige frunció el ceño- Tu también eres humana. no niegues lo único que te diferencia de esos bicharracos ahora...
-REIGE -grité con todas mis fuerzas, haciendo que se callase.
Lo miré, impasible. No podía creerme que lo hubiese hecho. Bajó la cabeza y se pasó una mano por el pelo.
-Yo ya no soy humana, al menos por completo -levantó la cabeza y me -miró fijamente-. No sé lo que me hicieron mientras estaba herida, pero me siento diferente. Seguro que Hammond lo sabe gracias a 14.
Reige volvió a fruncir el ceño. Parecía no saber de lo que le estaba hablando, por lo que había supuesto bien en que Hammond no le había contado a nadie sus entradas nocturnas al hospital.
-Experimentaban con nosotros, Reige -hice una pausa para respira. Era una idiota por estar contándole todo esto. Pero necesitaba saber a qué se enfrentaba, todo parecía demasiado bonito en este campamento para ser verdad y eso me olía muy mal, pero Reige no parecía estar involucrado en ello-. Experimentaban con nosotros, con todos nosotros y cuando uno de nosotros moría se llevaban su cuerpo y lo abrían para descubrir el por qué de su muerte. Cuando lo descubrían, modificaban el tratamiento y seguía con el siguiente número.
Tras eso, Reige se dio un par de palmadas en el muslo y se levantó, dirigiéndose a la mesa, donde se apoyó y me miró.
- ¿Cómo sabes todo eso? ¿Cómo sabes lo que hacían con los muertos si tu estás viva? -me señaló con un gesto de la mano y sentí como un puño estrujándome el estómago.
-Porque un amigo mío se quedo mudo por culpa de esos experimentos -me llevé las manos a la cabeza, donde me di cuenta los nudos que se me habían hecho en el pelo por culpa de la persecución en el bosque.
-Lo siento -fue lo único que digo.
Me levanté de la cama y abrí mi maleta. Me quité la camisa de un tirón y me la cambié por un suéter térmico gris. Saqué la foto de 14 de mi bolsillo y la observé durante un rato. Sabía que el chico era 21, pero la chica, es decir, Leire (todavía me resultaba raro pesar en ella como la hermana de Matthew) también estaba ahí, sonriendo a la cámara y eso era algo que no comprendía. ¿Por qué me había dado 14 esta foto?
Pude guardar la foto a tiempo en uno de los múltiples bolsillos de los pantalones antes de que Reige se asomara por detrás de mi hombro, mirando el interior de mi maleta.
- ¿Sólo eso? -Señaló la camisa que acababa de doblada dentro, junto a otros dos de color oscuros y un par de suéteres, junto a la cazadora de mi padre. Un par de pantalones vaqueros de repuesto, un cuchillo militar y otro de caza y una Colt antigua sin balas, la cual cogió.
-No necesito nada más -le cogí la Colt de las manos con un gesto rápido, la devolví a su rincón de la maleta y cerré esta de un tirón.
-Necesitarás mas que una Colt vacía para matarlos, lo sabes, ¿verdad? -me levanté y empecé a dirigirme hacia la entrada de la tienda, obviamente, no lo conseguí. Reige me había cogido de la muñeca y no me dejaba seguir.
-Suéltame, aquí no hay nada que me retenga -tiré de él, pero lo único que conseguí fue que él se moviera conmigo.
-No -negó con la cabeza para darle más enfásis a su palabra-. No irás tu sola, no puedo permitirlo.
Giré sobre mi misma y lo fulminé con la mirada.
-No vas a venir conmigo y es un no rotundo -sentencié antes de que pudiera abrir la boca, di un tirón con fuerza y me solté.
Cuando ya iba a salir al exterior, unos brazos me rodearon y me hicieron volver al interior de la tienda, cayendo al suelo.
Caímos al suelo como unos idiotas, pero lo que más me cabreó fue que Reige se negara a soltarme incluso después del gemido de dolor al caer.
-Si te vas a escapar al menos ten la decencia de salir cuando nadie te vea -me soltó al fin y se tocó una de las costillas, puede que una vieja herida o una nueva que se le acababa de abrir de nuevo.
Yo me quedé sentada frente a él, con un brazo apoyado en la rodilla y mirándole fijamente. ¿Por qué me ayudaba? Puede que antes fuese un comportamiento normal entre los humanos, pero hacía seis años que no veía ninguno sin contar a los infectados y a los experimentos del hospital. ¿Por qué, de pronto, me encontraba con uno que quería ayudarme por encima de todo?
- ¿Por qué lo haces? -Fue lo único que pude preguntarle.