viernes, 14 de junio de 2013

5. Corazón acelerado. Parte 4.

-Oye si te crees lo suficientemente buena como para sobrevivir ahí fuera, pues adelante -señaló con desdén el bosque nos rodeaba a nosotros y a la tienda-. Pero lo hago porque sé que no eres como aparentas, o al menos intentas aparentarlo.
-Aquí no hay sitio para mí -me levanté.
-Eso es lo que piensan todos hasta que se acostumbran -por sus ojos pasó una nube, tan fugaz que casi ni la noté-. Eso fue lo que dije yo cuando era el nuevo.
Intenté no reírme, pero en su lugar, una carcajada ronca me rompió la voz.
-Reige, por favor -puse las manos en la cadera y cambié el peso de un pie a otro-. Eres el típico tío que le cae bien a todo el mundo sin tener que proponérselo.
Eso le saco una media sonrisa, pero aún seguía suetándose las costillas y eso empezaba a molestarme.
-De acuerdo, te acompañaré -se apoyó con todas sus fuerzas para poder levantarse y se dirigió hacia el saco de dormir, el cual dobló rápidamente por la experiencia, cogió un par de bultos más y los metió dentro de una mochila de camuflaje.
-Ni de coña -meneé la cabeza y empecé a caminar de nuevo hacia la salida de la tienda justo en el momento en el que dos soldados, ambas mujeres, pasaban por delante a toda velocidad.
Tragué saliva y di un par de pasos hacia atrás, lo que provocó la risa de Reige. Me giré y lo vi atándose los cordones de unas botas de montaña. Meneó la cabeza y me miró.
-No sobrevivirás tu sola, admítelo -se sentó mientras peleaba con la otra bota para poder atársela.
-He sobrevivido dos días antes de encontrarme con vosotros -sentencié. Llevaba mucho tiempo sin la adrenalina de la supervivencia. Quería, deseaba con todas mis fuerzas, correr en un campo libre, sentir el viento en la cara, encontrar nieve y enterrarme en ella hasta desaparecer.
-Por eso mismo -había terminado de arreglarse y se colocó a mi lado con la mochila colgada del hombro-. Habías sobrevivido sola hasta que te encontraste con nosotros -me tendió una pequeña vaina de cuero ennegrecido con un mango negro que sobresalía, su cuchillo de caza. Negué con la cabeza-. No te lo vas a quedar, es solo para que crean que ha sido mi culpa si nos cogen y no te fusilen.
Cogí el cuchillo y lo saqué de la funda. La hoja estaba desgastada, pero afilada, la punta esta rota por la parte superior, algo que la hacía frágil, pero mortífera si se rompía dentro de la herida de alguien o algo.
Me pasé la lengua por los labios y miré a Reige a los ojos. Pestañeé un par de veces antes de que las palabras consiguieran salir.
- ¿Por qué me ayudas? -Devolví el cuchillo a su sitio.
-No lo sé -negó con la cabeza y se llevó una mano al pelo, donde lo enterró y lo dejó un par de segundos antes de dejarlo caer-. Solo sé que cada vez que te miró por fin tengo esperanzas.
No pude evitar reírme.
- ¿Esperanza? Eso fue lo primero que perdí cuando vi como me arrebataban a mi familia, mi vida, todo lo que conocía y todo lo que me quedaba por conocer -una vez más, empecé a caminar hacia la salida, esta vez seguida por Reige, quien tomó la delantera, para levantar menos sospechas, supuse.
-Pero eso te ha hecho más fuerte -habló cuando creía que ya no lo haría,
Nos estábamos dirigiendo hacia el todoterreno. El todoterreno de mi padre. No había aguantada ni una hora en el campamento. Pero lo que le había dicho a Reige era cierto. No aguantaba este lugar y no aguantaba estar rodeada de humanos, no después de los casi cinco años que había pasado en el hospital con todos esos invasores disfrazados con carne humana.
-Toma -me dio la llave del todoterreno y vigiló que nadie se fijara en nosotros mientras yo abría la puerta del conductor.
Cuando estuve sentada en el volante, a punto de encender el motor, tuve la idea de dejarlo, de no avisarle y largarme, así no le pasaría nada si nos capturaban. No pude, esto de ser humana en compañía de otros humanos no podía ser bueno, pero era lo que era. Y ansíaba compañía de mi propia especie después de tanto tiempo.
Hice rugir el motor para que Reige me mirase y tras una leve sonrisa se subió al asiento del copiloto. Metí marcha atrás y salí del campamento a máxima velocidad.

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