viernes, 1 de febrero de 2013

1. Cierra los ojos. Parte 5.

Enganché las juntas en su lugar y levanté la cabeza cuando vi como 14 intentaba convencer a Matthew para que se las pusiera sin rechistar. Él se negaba a dejar que se le pusiera pacíficamente, negaba con la cabeza una y otra vez.
Terminé de apretar mi cinturón y puse los ganchos en su sitio, ya estaba lista para empezar la escalada. Ahora solo esperaba que Matthew colaborase para hacerlo todo más llevadero. Enganché la última cincha y me dirigí hacía donde estaban mis dos amigos.
- ¿Qué pasa? -observé su arnés. Todo estaba en su sitio, pero él no. Matthew no, todavía no estaba preparado, ni lo estaría nunca si no superaba sus miedo en ese momento.
Por toda respuesta, me cogio de las manos y clavó sus ojos verdes en los míos. Me dieron ganas de cubrirlo por completo y llevarlo a su habitación.
De repente parecía que el gimnasio se hubiese quedado en un silencio total y que todas las miradas estaban concentradas en nosotros. No me gustaba ser el centro de atención y mucho menos en una situación como aquella.
-No va a pasar nada, ¿de acuerdo? -le miré a los ojos como pude para que supiera que estaba ahí para ayudarlo-. Estaré a tu lado en todo momento. No te dejaré caer.
No debería haber dicho eso último. Noté como sus dedos se tensaban alrededor de mis muñecas y como su nuez de Adán se movía de arriba para abajo rápidamente.
-Todo va a salir bien, 21 -14 apareció por detrás y le dio un par de palmadas en la espalda. Este reaccionó como un resorte y le dirigió su asustada mirada.
Aproveché el momento y lo enganché a mí, recogiendo su correa y enganchándola en mi arnés.
Matthew cogió mi mano antes de que consiguiera enganchar el cinturón que le quedaba por abrochar y me apretó con fuerza, todavía sin estar seguro de subir arriba.
En ese momento apareció el entrenador Colt y pitó, con lo que daba comienzo a la práctica. Tuve que tirar de él de nuevo para hacerlo llegar hasta la pared prácticamente vertical de quince metros de altura que estaba colocado en la parte más alejada de las gradas del gimnasio.
Coloqué el primer pie y tomé impulso para empezar a escalar, por lo que Matt no tuvo otra alternativa que escalar conmigo para no quedarse colgado y que yo tuviera que subirlo como un muñeco de trapo, lo que hubiese aumentado su sensación de vértigo.
Apoyó una mano en el molde más cercano y levantó el pie izquierdo, yo ya estaba a un metro y medio del suelo, por lo que tendría que ir rápido para evitar descolgarlo. En parte, eso era lo mejor, así solo se concentraría en subir para darme alcance en vez de preocuparse de mirar tanto arriba como hacia abajo para alimentar sus miedos y quedarse petrificado en mitad de la escalada.
Cuando ya estábamos a unos cinco metros de altura, 14 soltó la cuerda que nos mantenía tensos a los dos y se lo pasó a uno de los monitores, uno de pelo rubio y ojos azules con cara de bobalicón, que se encargaban de supervisar esta actividad en concreto y empezó su propia escalada.
Estuvimos escalando lentamente, pero seguros, para que 21 no se sintiera presionado y pudiese ir a su propio ritmo, sin preocuparse por si se iba a caer o no.
Uno de los monitores se había apoderado de la cuerda de 21 y la mantenía firme, por lo que ahora, a parte de mí como seguro de vida, también tenía a uno de los monitores.
El entrenador Colt estuvo todo el rato supervisando la actividad, apuntando algo en la libreta en vete tú a saber en cual de nuestros expedientes.
14 y yo ya habíamos hecho nuestras prácticas de escalada un par de semanas atrás, pero Matthew había conseguido librarse de ello gracias a nosotros, pero esta vez habíamos sido "encerrados", estábamos sin salida, y estábamos obligados a ayudarle con su problema con las alturas, él haría lo mismo por nosotros.
Me concentré en poner la mano en el siguiente agarre y me impulsé con fuerza hacia arriba, a mitad de camino para colocar mi pie derecho en su sitio, me quedé estática. Algo me impedía seguir avanzando con faclidad. Tuve que hacer una fuerza descomunal para poder apoyar el pie y asegurar la cuerda para poder mirar hacia abajo y ver que era lo que me frenaba el avance.
Matthew había cometido el error de mirar hacia abajo justo cuando estábamos a doce metros de altura y no había otra opción sino subir. Solo quedaban tres metros y él había tenido que mirar hacia abajo.
El monitor que lo había estado sujetando hasta ese momento seguía ahí, pendiente de que la cuerda no se aflojase y mateniendo firme a Matthew hasta que alguien lo ayudase, podía notarse en la tensión de los músculos de los brazos.
Me apoyé como pude y empecé a descender de modo que tanto Matthew como yo estuviéramos a salvo, ya que la cuerda que nos mantenía seguros podría aflojarse, yo resbalar y caer ambos desde diez metros de altura.
Llegué al lado de Matthew y casi me pegué a él. Le cogí la mano más cerca que tenía de mí.
-Mírame -le ordené de forma un poco brusca, pero obedeció-. No te vas a caer, de acuerdo, yo estoy aquí.
Cogí su mano con fuerza, despegué los dedos del molde al que estaba agarrado como una fiera y subí el brazo hasta el más próximo. En cuanto sus dedos rozaron la superficie porosa, se aferró a ella al momento. Bajé y le ayudé a hacer lo mismo con el pie. El monitor tiró de él hacia arriba y le obligó a seguir subiendo. Cuando me giré para mirar si todo estaba bien, el monitor me miró y me sonrió con una sonrisa de oreja, dándome las gracias por ayudar.
Me dieron unas ganas increíbles de escupirle a la cara, pero me aguanté. Lo había hecho para ayudar a Matthew, no a él. Giré sobre mi misma y empecé a subir, me mantuve a la misma altura de Matthew por si pasaba algo, pero los otros tres metros que quedaban para llegar hasta la plataforma de arriba fueron pan comido.
Desde que Matthew se percató de que me iba a quedar a su lado hasta terminar, cogió más confianza y siguió subiendo a una buena velocidad, por lo que en un momento llegamos hasta arriba y pudimos sentarnos en el borde.
Me senté junto a Matthew y cuando llegó 14, se sentó a mi lado, quedando así entre los dos de nuevo, como había pasado en las gradas.
Matthew todavía estaba temblando, pero ahora que habíamos llegado arriba parecía, al menos exteriormente, mucho más tanquilo. A pesar de que sus piernas y las mías colgaban desde quince metros de altura, no parecía para nada asustado, sino más bien aliviado, como si se hubiese quitado un gran peso de encima.
Nos miró a 14 y a mí y sonrió, casi como si no se pudiese creer que hubiese superado sus miedos.
Después de eso, señaló con el dedo las vistas de las que podíamos disfrutar de donde estábamos. Se veía todo el gimnasio y las vitrinas de cristal que utilizaban los doctores para supervisarlo todo.
Pude ver el que se encargaba de mi caso al fondo, hablando con otro hombre vestido de una manera diferente. No tenía las batas blancas de los doctores y tampoco los trajes negros y azules oscuros de los guardias de seguridad, pero tenía un pequeño parecido.
Vestía vaqueros oscuros, pero no lo suficiente para que parecieran negros, la camisa roja contrastaba bastante con la ropa de los que le rodeaban, al igual que la chaqueta de cuero.
Su rostro estaba en sombras, pero pude ver una mata de pelo castaño hasta los hombros que me resultó vagamente familiar y por mucho que me cueste admitirlo, un sentimiendo de odio mezclado con miedo afloró en mi pecho y me aprisionó las entrañas.
Desde fuera, 14 y Matthew debieron notarlo, ya que el primero se arrimó más a mí, hasta pegar su pierna a la mía y Matthew deslizó su brazo por mi hombro como yo había hecho antes en las gradas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario