viernes, 7 de junio de 2013

5. Corazón acelerado. Parte 3.

- ¿Cómo? -Reige casi saltó de la mesa para llegar hasta donde estaba y se inclinó para quedar a mi misma altura.
-Me largo -sentencié-. Aqui no hay nada que me detenga.
Pestañeé rápidamente, que Reige estuviese de pronto tan cerca no me hacía ningún bien. Ahora podía ver que tenía el pelo teñido, seguramente por motivos de pasar desapercibido y las raíces rubias de su pelo natural empezaba a clarear el resto, de un color chocolate. A eso tenia que añadir una barba incipiente que le daba un aspecto un poco mayor. Sus ojos claros me miraban fijamente, me había quedado mirándolo embobada.
-Somos humanos, nos necesitamos los unos a otros -habló él, al tiempo que se sentaba y cruzaba los pies, aún demasiado cerca.
-Yo no -sacudí la cabeza y me eché hacia atrás, algo que fue mala idea, ya que choqué contra la lona e hice que se moviera la tienda entera.
- ¿Cómo que tu no? -Reige frunció el ceño- Tu también eres humana. no niegues lo único que te diferencia de esos bicharracos ahora...
-REIGE -grité con todas mis fuerzas, haciendo que se callase.
Lo miré, impasible. No podía creerme que lo hubiese hecho. Bajó la cabeza y se pasó una mano por el pelo.
-Yo ya no soy humana, al menos por completo -levantó la cabeza y me -miró fijamente-. No sé lo que me hicieron mientras estaba herida, pero me siento diferente. Seguro que Hammond lo sabe gracias a 14.
Reige volvió a fruncir el ceño. Parecía no saber de lo que le estaba hablando, por lo que había supuesto bien en que Hammond no le había contado a nadie sus entradas nocturnas al hospital.
-Experimentaban con nosotros, Reige -hice una pausa para respira. Era una idiota por estar contándole todo esto. Pero necesitaba saber a qué se enfrentaba, todo parecía demasiado bonito en este campamento para ser verdad y eso me olía muy mal, pero Reige no parecía estar involucrado en ello-. Experimentaban con nosotros, con todos nosotros y cuando uno de nosotros moría se llevaban su cuerpo y lo abrían para descubrir el por qué de su muerte. Cuando lo descubrían, modificaban el tratamiento y seguía con el siguiente número.
Tras eso, Reige se dio un par de palmadas en el muslo y se levantó, dirigiéndose a la mesa, donde se apoyó y me miró.
- ¿Cómo sabes todo eso? ¿Cómo sabes lo que hacían con los muertos si tu estás viva? -me señaló con un gesto de la mano y sentí como un puño estrujándome el estómago.
-Porque un amigo mío se quedo mudo por culpa de esos experimentos -me llevé las manos a la cabeza, donde me di cuenta los nudos que se me habían hecho en el pelo por culpa de la persecución en el bosque.
-Lo siento -fue lo único que digo.
Me levanté de la cama y abrí mi maleta. Me quité la camisa de un tirón y me la cambié por un suéter térmico gris. Saqué la foto de 14 de mi bolsillo y la observé durante un rato. Sabía que el chico era 21, pero la chica, es decir, Leire (todavía me resultaba raro pesar en ella como la hermana de Matthew) también estaba ahí, sonriendo a la cámara y eso era algo que no comprendía. ¿Por qué me había dado 14 esta foto?
Pude guardar la foto a tiempo en uno de los múltiples bolsillos de los pantalones antes de que Reige se asomara por detrás de mi hombro, mirando el interior de mi maleta.
- ¿Sólo eso? -Señaló la camisa que acababa de doblada dentro, junto a otros dos de color oscuros y un par de suéteres, junto a la cazadora de mi padre. Un par de pantalones vaqueros de repuesto, un cuchillo militar y otro de caza y una Colt antigua sin balas, la cual cogió.
-No necesito nada más -le cogí la Colt de las manos con un gesto rápido, la devolví a su rincón de la maleta y cerré esta de un tirón.
-Necesitarás mas que una Colt vacía para matarlos, lo sabes, ¿verdad? -me levanté y empecé a dirigirme hacia la entrada de la tienda, obviamente, no lo conseguí. Reige me había cogido de la muñeca y no me dejaba seguir.
-Suéltame, aquí no hay nada que me retenga -tiré de él, pero lo único que conseguí fue que él se moviera conmigo.
-No -negó con la cabeza para darle más enfásis a su palabra-. No irás tu sola, no puedo permitirlo.
Giré sobre mi misma y lo fulminé con la mirada.
-No vas a venir conmigo y es un no rotundo -sentencié antes de que pudiera abrir la boca, di un tirón con fuerza y me solté.
Cuando ya iba a salir al exterior, unos brazos me rodearon y me hicieron volver al interior de la tienda, cayendo al suelo.
Caímos al suelo como unos idiotas, pero lo que más me cabreó fue que Reige se negara a soltarme incluso después del gemido de dolor al caer.
-Si te vas a escapar al menos ten la decencia de salir cuando nadie te vea -me soltó al fin y se tocó una de las costillas, puede que una vieja herida o una nueva que se le acababa de abrir de nuevo.
Yo me quedé sentada frente a él, con un brazo apoyado en la rodilla y mirándole fijamente. ¿Por qué me ayudaba? Puede que antes fuese un comportamiento normal entre los humanos, pero hacía seis años que no veía ninguno sin contar a los infectados y a los experimentos del hospital. ¿Por qué, de pronto, me encontraba con uno que quería ayudarme por encima de todo?
- ¿Por qué lo haces? -Fue lo único que pude preguntarle.

No hay comentarios:

Publicar un comentario