viernes, 31 de mayo de 2013

5. Corazón acelerado. Parte 2.

Hammond, Sean y Leire se me quedaron mirando fijamente, sin atreverse a mover un músculo.
- ¿Cómo? -Sean se adelantó el primero, sin creerse lo que había dicho.
Lo miré, tragándome el nudo de la garganta que me ahogaba la voz.
-Experimentaron conmigo, al igual que con todos los humanos que había en el hospital -tenía ganas de salir corriendo de allí. Ellos estaban completamente armados y yo, con nada. Solo una maleta y la foto que me había dado 14 me acompañaban.
- ¿Hay más humanos? -Reige se adelantó junto a Sean. Ya no había nadie que evitase que los de fuera entrasen en la caseta.
-Sabes muy bien donde, Reige -se enfureció Hammond, mirándolo con furia-. Y también sabes que no pienso arriesgarme a ir allí. Nuestro contacto dentro dice que todavía no es el momento.
Me giré hacia él. Comprendí de pronto una cosa.
-Tú eres el que hablaba con 14 hace tres días -intentó ocultarlo, pero yo sabía que lo había pillado-. Joder, ¿por qué no me lo habías dicho? -grité sin dirigirme a nadie.
- ¿De quién estás hablando? -Hammond hizo su voz más grave, como si quisiera echarle la bronca  a un niño pequeño.
-Tú eres el tío con el que habló 14 el día que me fui del hospital -lo fulminé con la mirada, completamente cabreada. ¿Se puede saber cómo coño conseguiste salir y entrar sin que te detectarán?
Me giré para enfrentarme con Hammond, ya completamente cabreada y perdiendo los pocos nervios que me quedaban.
En cambio, una mano se posó en mi hombro y lo apretó con suavidad. Me giré con lentitud, solo para encontrarme con la cara relajada de Reige, mirándome como si me entendiera pero no quisiera que me enfretase con su jefe.
-Él no es el contacto, sino yo -bajó la mano de mi hombro y se la llevó a la culata de la pistola que llevaba en el cinto.
Me lo quedé mirando un par de segundos. Había algo que no encajaba y yo no era capaz de dar con qué. Hacía mucho tiempo que algo así no me mantenía pegada al suelo.
Reige me aguantó la mirada. Paciencia y fuerza era lo que demostraba su figura relajada, algo de lo que yo carecía en ese momento. Por mi mente pasaron miles de planes de huida. Sí, huir de ese campamento de humanos, donde, de un momento a otro, ya no me sentiría como en casa. Llevaba demasiado tiempo huyendo, demasiado tiempo rodeado de impostores con máscaras humanas como para sentirme a gusto aquí.
Esperaba que Hammond no hubiese advertido las emociones que cruzaban mi cabeza a través de mi cara, pero me miraba fijamente y eso no conseguía calmarme.
De nuevo, Reige fue el único en darse cuenta (o el único lo suficientemente estúpido como para intervenir) de la tensión que llenaba el aire. En un par de pasos, me había sujetado por el codo y me arrastraba hacia el exterior de la tienda.
Llegué a escuchar los murmullos apagados de Sean, Leire y Hammond cuando salímos de la tienda.
Reige me llevó hasta otra tienda algo más alejada de las demás, justo en el margen del claro en el que estaba el campamento.
Con otro movimiento del brazo me llevó hasta su interior, donde un saco de dormir bien doblado y una mesa de camping era lo único que habia en el interior. Nada mas entrar, se despojó del fusil de asalto y de la Colt que llevaba prendada en el bolsillo. ¿En serio? Este tío es idiota si cree que no aprovecharé la oportunidad.
-No vuelvas a hacer eso -soltó de pronto.
Fruncí el ceño y lo miré, completamente extrañada.
- ¿Qué quieres decir? -Alcé la vista, donde solo me separaba unos veinte centímetros del techo de la campaña. Para ser un segundo al mando, o al menos eso es lo que había demostrado durante todo el camino, Reige vivía bastante modestamente.
-No vuelvas a enfrentarte a Hammond de ese modo -me dio la espalda, revisando el fusil y quitándole las balas a la Colt. Asentí con la cabeza, yo en su lugar habría hecho lo mismo-. Es un idiota redomado, pero es nuestro líder y no sabes lo que me duele decir esto, pero si no fuera por él, haría mucho tiempo que los invasores nos habrían atrapado.
- ¿Asi que es un genio? -Me senté en el saco de dormir y me sorprendí de lo suave que era al tacto, al bajar la vista descubrí que el interior estaba forrado con lana de oveja.
Reige se apoyóen la mesa e inclinó la cabeza.
-No, no lo es. Pero sabe anteponer a los demás a él mismo cuando se trata de salvarnos -tamborileó con los dedos en la mesa y se sentó en ella.
Asentí con la cabeza. Era el momento de ser sincera. No sabía exactament porqué, pero tenía la corazonada de que podía confiar en él, o tal vez solo fuera uno de esos chicos en los que se confía automáticamente por su carácter.
-Me voy de aquí.

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