Intenté controlarme para no gritar cuando vi que era 21 el que estaba a mi lado, en el pasillo, al lado de la puerta de su habitación, donde apenas unos minutos antes había escuchado como 14 había estado hablando con alguien en su interior. Alguien mudo, que escribía en un papel para hacerse entender, por lo que auomáticamente había pensando que era Matthew.
Los ojos de Matthew se entrecerraron y su mirada me atravesó, lo que me hizo volver a la realidad.
¿Si no era con él quién había estado hablando con 21? ¿Quién había sido?
21 señaló la puerta con un gesto de la mano y me indicó con la cabeza si iba a entrar a la vez que sacaba su tarjeta electrónica del bolsillo de la camisa, su llave de la habitación. Al menos él no estaba encerrado en su propia habitación.
Cuando entramos, todo estaba exactamente igual que siempre, las dos camas, una a cada lado de la habitación, la puerta en medio de la pared lateral derecha del baño, las paredes blancas sin nada pegado encima, salvo las marcas que utiliza 21 para saber cuantos días llevamos aquí.
Aunque solo con decir que la mitad de una pared está llena es suficiente para saber cuanto tiempo es. Y también sé que no quiero pasar ni un día más aquí.
Nos encontramos a 14 donde siempre, en su vieja mecedora de madera. Estaba concentrado en un libro de tapa blanda. el cual había sido leído tantas veces -era el único que tenía 14- que las tapas ya estaban vencidas y se doblan sobre sí mismas como si fueran papel mojado.
No encontré nada en la habitación que estuviera fuera de lugar o diera a entender que antes había habido otra persona a parte de 14.
21 fue directamente a su cama, donde se tiró cuan largo era y escondió la cabeza debajo de la almohada. 14 y yo solo tuvimos que mirarnos para saber que el entrenador Colt había sacado provecho a nuestra ausencia y obligar así a Matthew para enfrentarlo de nuevo contra sus miedos.
Me senté a su lado y metí la mano debajo de la almohada, con la intención de quitársela y, más o menos con suavidad, obligarlo a que me mirase y poder mirarlo yo a los ojos, tranquilizarlo con nuestra presencia.
Pero antes de que consiguiese sacarle la almohada de encima, 21 gruñó y la agarró con fuerza, tratando de evitar que le descubriera la cara. Levanté la cabeza para mirar a 14, que se limitó a encogerse de hombros.
Hice lo que más de cien veces antes había hecho.
Me eché al lado de 21 y le pasé uno de mis brazos por su hombro, de modo que yo también me quedé boca abajo, subí hasta que mi cabeza también acabó debajo de la almohada y me quedé mirando a 21 a la cara.
Tenía los ojos empañados y se había estado aguantando las ganas de llorar desde que había salido del gimnasio, deseando con todas sus fuerzas llegar a su habitación y descargar toda su frustración sobre sí mismo, pero ahora que me había encontrado a mí esperándolo, tenía que aguantar de nuevo, pero ya no le quedaban fuerzas.
Me limité a mantenerme callada y me acerqué a él, subí mi brazo desde su hombro hasta su pelo encrespado, donde empecé a mover los dedos como si estuviese en una especie de trance y ambos nos quedábamos mirándonos el uno al otro, sin intercambiar ninguna palabra.
14 se hizo notar carraspeando, escuché el crujido de la madera cuando se levantó de la mecedora.
- Matthew, ¿quieres que te deje con 26? -su voz ronca hizo que mi corazón diera un brinco, pero no sabía si era porque estaba de espaldas a él o porque había algo en su tono que no me gustaba nada.
Al ver que Matthew se limitaba a abrir los ojos y mirarme de nuevo, no sabía que decir, ni qué decirle a ninguno de los dos. Cómo se despedían la gente antes de la invasión. Cómo podía hacerlo sin que pareciese un adiós permanente, cómo para mantener la esperanza de que nos volveríamos a ver en un futuro cercano. Solo de pensar que podía ser posible que no los volvería a ver jamás, se me cerraba el estómago y me daban ganas de abrazar a 21 y 14 para no soltarlos jamás.
Por fin, después de unos segundos eternos en lo que único que pude escuchar era el sonido de mi corazón bombeando sangre contra mi pecho, de modo que casi parecía que me iba a estallar, dejé salir el aire y miré a Matthew y salí de la seguridad que me daba la almohada, levantándome para encarar a 14.
-En realidad venía a despedirme -tragué saliva y esperé una reacción por su parte. 14 se limitó a quedarse mirándome, casi como si no creyera lo que acababa de decir y en algún momento soltara la frase de "es broma, mirad que caretos habéis puesto". Pero los dos sabíamos que no iba a pasar.
Sentí un movimiento detrás de mí y al segundo siguiente los pies descalzos de 21 estaban por fuera de la cama, sus brazos están tirados de cualquier manera a su lado, casi como si no le pertenecieran, pero se qué, en el fondo, quería confortarme tanto como yo lo había ayudado todo este tiempo. Veía el tic en su brazo izquierdo, el que está más cerca de mí, pero luchaba contra ello. Luchaba por no tener que abrazarme.
Terminé por arrastrarme yo y acercarme a él, pasándole un brazo por el hombro e intentando sacarme de mi interior una sonrisa, aunque sé que se notara que es forzada.
- ¿Cómo qué te vas? -14 se sentó delante de nosotros, en su propia cama, apoyó los brazos en las rodillas y se nos quedó mirando fijamente.
-De hecho, no tengo mucho tiempo antes de irme. Me iba cuando me vistes en el pasillo, junto a los guardaespaldas -asintió, sabiendo a qué me refería. Lo que no sabía era cómo le había dado tiempo a llegar antes que yo a la habitación si cuando nos habíamos visto en el pasillo estaba yendo al gimnasio del hospital y yo había llegado hasta aquí por el ascensor. Otro misterio que resolver de 14. Cada vez se volvía más larga y más extraña.
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