Me acerqué más a 21. Podía ser que no pudiera hablar por culpa de los experimentos fallidos, pero su mirada lo decía todo.
Estaba segura de que podría volver a verlos al menos una vez más, pero pensaba escaparme en medio del traslado y puede que por ello les metiera a ambos en un aprieto, ya que todo el mundo en el hospital sabía que era los únicos que dejaba que se me acercaran sin intentarle pegarle un buen puñetazo.
No pude evitar pasarle de nuevo el brazo por los hombros, esta vez paara estrecharlo contra mí y que, para mi sorpresa, él también me rodeara con los suyos. 21 tendría mi edad, pero a veces, puede que a lo mejor por no poder hablar o como me recordaba a mi antigua vida, lo trataba como si fuera mi hermano menor.
14 nos vió como si no nos conociera de nada, como si de repente, él sobrase allí. Levanté la cabeza, clavando la mirada en la suya. Fruncí el ceño, no parecía él mismo, o tal vez sería por lo que yo había escuchado antes y no sabía a que se refería.
- ¿Cuándo te vas? -su voz era suave, lo conocía lo suficiente para saber que estaba controlar sus emociones, pero si lo conoces como yo, eso ya es imposible.
21 se limitó a juntar sus manos y a entretenerse jugando con sus dedos, como si todo esto no tuviera que ver con él.
Sabía que algún momento tendría que hablar con 14 de lo que había escuchado antes, no podía creerme que hubiese algo que nos ocultase a 21 y a mi. Aunque siendo realista, yo también les he ocultado muchas cosas de mí misma, de quién era cuando estaba fuera y antes de la invasión, no creo que sea el momento de sacar el tema, pero estoy impaciente por quedarme a solas con él e intentar entender por qué nos lo ha ocultado. Somos lo único que tiene aquí dentro, aunque ahora también sé que tiene a alguien fuera.
Me levanté de la cama después de soltar a Matthew y me dirigí hacia la puerta. Había escuchado el golpeteo sordo que hacían las suelas de goma de las botas de los tíos de seguridad, habían tardado menos tiempo del que esperar en deducir donde estaban. Se me acababa el tiempo.
-Tengo que irme -intenté secarme las palmas sudorosas de las manos, hacía mucho tiempo que no me ponía nerviosa, pero todo este asunto del traslado estaba empezando a mosquearme de verdad, y encima descubrir el mismo día que uno de tus dos amigos en este infierno podía ser una persona diferente a quién tú creías, lo enrolla todo aún más.
14 se limitó a asentir y 21 se levantó para darme un abrazo de despedida. Apoyé la cabeza en su hombro y lo estreché entre mis brazos con fuerza, han sido con diferencia lo mejor que me ha pasado desde que llegué al hospital hará unos cinco años, no me creo que por fin vaya a salir de aquí, pero tener que dejarlos a ellos dos atrás mientras, empieza a dolerme más de lo que pensaba.
Esto es lo que nunca he querido, coger cariño a la gente, porque en el momento en el que sepas que pueden utilizar a alguien para hacerte daño, lo hará para ponerlo en tu contra y tu no tendrías otra opción qué elegir por ellos.
Apreté una vez más mis brazos alrededor de Matthew, a lo que él me respondió y me aparté intentando sonreír a la vez que iba hacia donde está 14. Nunca he tenido mucho roce con él, siempre había estado más unida a 21, pero también ha sido él el que ha decidido no acercarse demasiado a mí, siempre ha sido muy reservado con todo el mundo y ahora empiezo a entender por qué.
Le sonreí y el me devolvió la sonrisa, casi tuve que obligarme a adelantar un pie para abrazarlo, pero cuando lo hice, ya no quise soltarlo. Al bajar la cabeza para esconderla en el hueco de su cuello, pude notar en la frente las marcas que la soga le habñia dejado, me alejé lo suficiente para ver su sombra oscura en contraste con su piel clara.
Alejarme de los dos va a ser mucho más doloroso de lo que creía, después de todo, de la invasión y de todo lo malo que he tenido que pasar para llegar hasta aquí, parece ser que todo tenga un sentido, que todavía quede algo por lo que luchar. Eso debería alegrarme, pero solo me hace sentir peor.
Ante mi sorpresa, 14 no se lo pensó antes de abrazarme, me estrechó entre sus brazos con fuerza, tanto, que casi me dejó sin respiración. Algo que nunca hubiese esperado de él.
Pero antes de dejarme ir, de volver con los seguritas y no volver a verme, a la vez que deslizaba algo en uno de los múltiples bolsillos de mi pantalón, pegó su boca a mi oreja y murmuró lo más bajo que pudo.
-Tranquila, siempre hay un plan B -se separó en el acto y me miró con sus ojos vidriosos, como si con eso lo dijera todo, no podía creer que me acabase de decir eso, lo que solo hacia que mis sospechas aumentaran.
Vio como la confusión pasó por mi rostro y sonrió.
Si era cierto que había un plan B, yo iba a tener que estar fuera y en marcha para descubrir que era.
Pero eso también trastocaba mis planes, yo ya había estado planeando mi huida en el traslado, como haría para distraer a los guardias y demás, pero ahora venía él y me contaba de que había una segunda salida, de que encontrarían la manera de volver a verme.
Me obligué a sonreir y irme hacia la puerta antes que los gorilas la derribaran de una patada y me sacaran de aquí a rastras.
Abrí la puerta justo en el momento en el que uno de ellos estaba levantando el pie y se preparaba para derribar la puerta. Para su sorpresa, les sonreí y empecé a caminar por el pasillo por delante de ellos sin que dijera ni una palabra.
14 y Matthew salieron al pasillo antes de que yo desapareciese por la esquina. Me despedían a su manera, en silencio, aunque Matthew por motivos obvios. Se contuvo y me sonrió, diciéndome adiós con la mano mientras 14 lo imitaba y me guiñaba un ojo, comos sí entre él y yo hubiese pasado algo gracioso momentos antes.
Pero no, sentí como mi estómago se revolvió al ver como su sonrisa forzada se convertía en una mascara impenetrable cuando Matthew entró en la habitación.
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