viernes, 15 de marzo de 2013

3. Muéstrame tus manos. Parte 1.

El traqueteo del todoterreno y el suave ronroneo de su motor hizo que el viaje fuera tranquilo, tampoco es que tuviese mucho de que hablar con los dos que me escoltaban y mucho menos con el chófer, al cual no había visto en mi vida.
La sucesión de paisajes a través de las ventanillas hizo que el viaje fuese más llevadero, pero a la misma vez que los kilómetros corrían y los dejaba atrás en un suspiro, cada vez me ponía más nerviosa. ¿Cómo haría para escapar? ¿Y cuándo?
Estaba completamente nerviosa, escapar tenía dos puntos de vista, cuando estás acorralada pero no encarcelada, como no estaba yo en estos momentos, donde contabas con la ventaja de que eras libre para poder idear un plan en un terreno que conocías.
En cambio, como estaba yo en ese momento, entre dos gorilas que entre ellos yo parecía una niña pequeña, dentro de un coche en marcha a más de cien kilómetros por hora y en un condado que no había visitado hasta ahora, por lo que ellos eran los que contaban con la ventaja de conocer el lugar, a parte de ser más que yo y tener un medio de transporte, el cual no se cansaría después de estar todo un día huyendo y con la preocupación de que lo estuviesen perseguiendo.
Dándole vueltas a todo esto, la única verdadera oportunidad que tenía de escapar y que además no pudiese atraparme después es que los contactos de 14 me encontraran y consiguieran ayudarme antes de llegar al destino. Pero yo ya había pensado en escaparme antes de la confesión de mi amigo, por lo que tenia que dejar a los rebeldes fuera de mis planes y poder idear uno lo suficientemente bueno para que no pudiese salir mal a pesar de todo.
Me removí incómoda entre los cuerpos de los guardaespaldas, algo que me costó que el de la izquierda me miró de un modo que me erizó los pelos del cogote. De ahora en adelante tendría que ser más cuidadosa con mis movimientos, si tenían la más mínima sospecha sobre mí, podría atarme o evitar de algún modo que pueda llevar a cabo mi plan.
Intenté no ponerme más nerviosa de lo que ya estaba, aunque era difícil, por más vueltas que le daba a como poder salir de allí, las ideas no terminaban por acudir a mi cabeza, más de una vez creí dar con la respuesta, pero en el momento en el que empezaba a desarrollarla, resbalaba entre mis dedos al igual que la arena.
Metí las manos en los bolsillos de la chaqueta, donde noté algo que no estaba ahí antes. La tanteé con la mano como pude, ya que parecía una especie de papel, pero me recordaba a algo, algo que utilizábamos antes para inmortalizar algo, una foto.
Intenté recordar como podría haber llegado hasta ahí, ya que era evidente que yo no la había puesto después de ponerme la chaqueta, de lo contrario me acordaría, pero no era el caso.
Volviendo atrás en el tiempo, los únicos que podrían haberlo hecho eran 21 y 14, aunque dada la situación y lo que había descubierto, me inclinaba más porque fuera 14 el que me había metido la foto en el bolsillo de la chaqueta sin que yo me enterase en el momento en el que me abrazó, por eso lo hizo, ninguno de los dos éramos dados a que nos diese abrazos ni a dárselos a nadie, por lo que si él se había adelantado y me había abrazado, tuvo la oportunidad perfecta para meterme la foto en el bolsillo sin que yo me diera cuenta.
Tanteé una vez más la foto, para asegurarme de que era real y no algo de mi imaginación o puede incluso algo que hubiese metido yo sin querer al salir de la habitación, pero no, había metido las manos en los bolsillos de camino a despedirme de los chicos y 14 no me habría abrazado sino hubiera una buena razón.
El cerebro me iba a toda velocidad y no podía dejar de mirar por la ventana con los paisajes pasando fuzgamente y desdibujándose como si fueran borrones en un lienzo sucio.
Cada vez me ponía más nerviosa y me removí en el asiento, moviendo a los guardaespaldas contra mí como si fueran sacos de pesado cemento que me apuntalaban, intentando acomodarme como pudiese entre ellos y sin dejar de hacer ruidos con la lengua mientros los kilómetros eran engullidos por el motor del todoterreno.
Era como si estuviese esperando que la bombillita de las ideas se me encendiera de repente y viese el modo de salir de allí con total facilidad, pero aunque eso fuese cierto, todavía tendría que deshacerme de otros dos sedanes que me perseguirían a todo meter hasta que se quedasen sin gasolina.
Miré al sedán que estaba a nuestra espalda a través del retrovisor del conductor, sería tan fácil embestirlo frenando bruscamente y después huir de la carretera, eso funcionaría si solo fuese ese coche el que me escoltase hasta mi destino, pero es que si atacaba antes al de delante, el segundo podía embestirme o avisar a otros que estuvieran cerca aparte de ya conocer mis planes de huir, por lo que tenía que buscar una manera con la que poder acabar con los dos en un pequeño plazo de tiempo.
Si atacaba primero al que me seguía tenía varias ventajas, no se esperaría que frenase de repente y no podría evitarme a tiempo y recibiría un buen golpe en el morro lo que haría que el sedán se quedase hecho galleta, después solo tendría que esperar que el de delante viniese a evitar que me escapase y ya podría jugar con él como me diese la gana.
Decidido, ahora solo tenía que hacerme con el coche y sabiendo mejor que los invasores como funcionaba un coche en un accidente -estaba completamente segura de que desde que había conseguido el mando del planeta no habían tenido ninguno- no creo que reaccionase a tiempo como para recuperar el control del todoterreno, de hecho esperaba que solo quedase yo dentro cuando eso sucediese.
Por fin, parecía que la bombillita de las ideas se me había encendido y no pude evitar sonreír.

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